The large paintings, signed by Zsolt Berszán, approach the theme of death from the angle of the remains of decomposing bodies. The surface of the canvas is treated as a battlefield indicating the idea of earth, mud, manure, and through which one could glimpse crushed, abandoned and decomposing bodies or body parts. The artist suggests the body, barely perceptible in the economy of the drawing, like a macabre game of twists, twists, arcs and torn fragments. It is a material representation of the remains of an absent body.
Zsolt Berszán is not interested in the individual himself, but in the human remains that become subjects in themselves. The representation of fragments, truncated bodies, remains, draws traces interpreted in this context, not only as organic materials, but also as material forms testifying to the a priori existence of these people. This new series of paintings could also be seen as a personal archive of images to contextualize the dissolution of the human body.
These vital vestiges arise from the relationship between appearance and disappearance; they are sorts of phantom traces which bear witness to a past existence, but which can also be interpreted as the beginning of a new process. The body as an environment of memory allows time to be experienced on a loop by recounting the overlapping and interplay of multiple temporalities, past experiences and meanings imbued with new ones.
Los grandes cuadros, firmados por Zsolt Berszán, abordan el tema de la muerte desde el ángulo de los restos de cuerpos en descomposición. La superficie del lienzo está tratada como un campo de batalla que indica la idea de la tierra, el barro, el estiércol, y a través del cual se pueden vislumbrar cuerpos o partes del cuerpo aplastados, abandonados y en descomposición. El artista sugiere el cuerpo, apenas perceptible en la economía del dibujo, como un juego macabro de giros, torsiones, arcos y fragmentos desgarrados. Es una representación material de los restos de un cuerpo ausente.
A Zsolt Berszán no le interesa el individuo en sí, sino los restos humanos que se convierten en sujetos en sí mismos. La representación de fragmentos, de cuerpos truncados, de restos, dibuja huellas interpretadas en este contexto, no sólo como materiales orgánicos, sino también como formas materiales que atestiguan la existencia a priori de estas personas. Esta nueva serie de pinturas podría verse también como un archivo personal de imágenes para contextualizar la disolución del cuerpo humano.
Estos vestigios vitales surgen de la relación entre la aparición y la desaparición; son una especie de huellas fantasmales que dan testimonio de una existencia pasada, pero que también pueden interpretarse como el inicio de un nuevo proceso. El cuerpo como entorno de la memoria permite experimentar el tiempo en bucle al relatar la superposición e interacción de múltiples temporalidades, experiencias pasadas y significados impregnados de otros nuevos.
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