Very rare Trinidad teak dining chairs with arms by Nanna Ditzel for Fredericia Stolefabrik Denmark, circa 1995. The seat cushions in red fabric are in good condition and are easily reupholstered. Marked with label at the bottom of the chairs. When designing the Trinidad Chair Model 3298 in 1993, Danish designer Nanna Ditzel found inspiration in the elaborate fretwork from the Gingerbread Facades that she had seen in the colonial architecture while travelling through Trinidad. Much like the facades, the cut-out fretwork of the chair triggers an interplay of light and shadows, creating a pattern projected into space and a subtle sense of motion. with the Trinidad Chair, instead of eliminating any ornamentation, which was part of the Modernist mantra, Ditzel did the opposite. She kept the ornamentation as the focal point in a distinctive chair that challenged the prevailing design dogma at the time. The cut-outs featured in the curved shell not only function as a decorative element, they also dramatically lighten the visual density of the chair. What’s more, the lightweight design allows for hours of seating comfort, able to suit any setting as well the person who sits in it. The fretwork ensures that the body is always ventilated and the chair is always kept at room temperature. At the same time, it provides excellent acoustics where sound resonance should be reduced. Consequently, the Trinidad Chair has become a popular choice for concert halls and auditoriums, as well as private homes.
Sillas de comedor de teca Trinidad con brazos, muy raras, de Nanna Ditzel para Fredericia Stolefabrik Denmark, circa 1995. Los cojines de los asientos en tela roja están en buen estado y se pueden retapizar fácilmente. Marcado con etiqueta en la parte inferior de las sillas. Al diseñar la Silla Trinidad Modelo 3298 en 1993, la diseñadora danesa Nanna Ditzel se inspiró en el elaborado calado de las fachadas Gingerbread que había visto en la arquitectura colonial durante un viaje por Trinidad. Al igual que las fachadas, el calado recortado de la silla provoca un juego de luces y sombras, creando un patrón proyectado en el espacio y una sutil sensación de movimiento. Con la silla Trinidad, en lugar de eliminar cualquier ornamentación, que formaba parte del mantra modernista, Ditzel hizo lo contrario. Mantuvo la ornamentación como punto focal en una silla distintiva que desafiaba el dogma de diseño imperante en la época. Los recortes de la carcasa curvada no sólo funcionan como elemento decorativo, sino que aligeran drásticamente la densidad visual de la silla. Además, la ligereza de su diseño permite disfrutar durante horas de la comodidad de un asiento capaz de adaptarse a cualquier entorno, así como a la persona que se sienta en él. El calado garantiza que el cuerpo esté siempre ventilado y que la silla se mantenga siempre a temperatura ambiente. Al mismo tiempo, proporciona una acústica excelente en los lugares en los que debe reducirse la resonancia del sonido. En consecuencia, la Silla Trinidad se ha convertido en una elección popular para salas de conciertos y auditorios, así como para viviendas particulares.
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