A red abstract composition by Belgian artist Maurice Boel, featuring powerful planes that appear to dance across the canvas, radiating an inner luminosity through warm hues. The irregular surfaces, a result of layered paint, add depth and texture to the piece, enhancing its dynamic quality. This artwork is a great example of Boel's signature style, emphasizing movement as the focal point of the composition.
Oil on canvas, signed and dated 1964 in lower left corner. Work in good condition in its original frame.
Maurice Boel (1913 – 1998) was born into an artistic family in 1913. He pursued his studies in Brussels, where he received instruction from artists such as Alfred Bastien and Paul Mathieu. It was there that he encountered many like-minded individuals, including Constant Permeke, whose influence profoundly shaped Boel's early 20th-century paintings. His first exhibition took place in 1938 at the Studio gallery in Ostend, where he received praise from James Ensor, who even penned the introduction for the exhibition. During and immediately after the Second World War, Maurice Boel created figurative works with a sensuous quality. However, he gradually transitioned towards abstract art, driven by his exploration of color, line and form, while maintaining an openness towards figurative art. Movement became a central element in many of his compositions, with the planes in his paintings seemingly dancing in colorful harmony.
As Boel delved deeper into abstraction, his work gained greater emotional depth, a quality shared with other pioneers of abstract art such as Mark Rothko and Hans Hartung. He belonged to a second generation of abstract artists, drawing inspiration from cubists like Piet Mondrian and Victor Servranckx. In addition to painting, Boel and his wife, Opie Boel, also created tapestries characterized by their dynamic and tactile nature, showcasing a profound understanding of the medium. Boel's work is impressive for its aristocratic character and decorative effect. It possesses a heartfelt sophistication rarely found in modern art in Flanders. Boel could count Fernand Graindorge, formerly one of the most important Belgian collectors of modern art, and Théo Lefèvre, former Prime Minister, among his admirers. Boel's artistic journey included five solo exhibitions at the Palais des Beaux-Arts in Brussels.
Composición abstracta en rojo del artista belga Maurice Boel, con poderosos planos que parecen danzar sobre el lienzo, irradiando una luminosidad interior a través de tonos cálidos. Las superficies irregulares, resultado de las capas de pintura, añaden profundidad y textura a la obra, realzando su dinamismo. Esta obra es un gran ejemplo del estilo característico de Boel, que hace del movimiento el punto central de la composición.
Óleo sobre lienzo, firmado y fechado en 1964 en la esquina inferior izquierda. Obra en buen estado en su marco original.
Maurice Boel (1913 - 1998) nació en 1913 en el seno de una familia de artistas. Realizó sus estudios en Bruselas, donde recibió clases de artistas como Alfred Bastien y Paul Mathieu. Allí conoció a muchos artistas afines, entre ellos Constant Permeke, cuya influencia influyó profundamente en la pintura de Boel de principios del siglo XX. Su primera exposición tuvo lugar en 1938 en la galería Studio de Ostende, donde recibió los elogios de James Ensor, que incluso escribió la introducción de la exposición. Durante la Segunda Guerra Mundial e inmediatamente después, Maurice Boel creó obras figurativas de gran sensualidad. Sin embargo, gradualmente fue evolucionando hacia el arte abstracto, impulsado por su exploración del color, la línea y la forma, al tiempo que mantenía una actitud abierta hacia el arte figurativo. El movimiento se convirtió en un elemento central de muchas de sus composiciones, en las que los planos parecen danzar en colorida armonía.
A medida que Boel profundizaba en la abstracción, su obra adquiría una mayor profundidad emocional, cualidad que compartía con otros pioneros del arte abstracto como Mark Rothko y Hans Hartung. Perteneció a una segunda generación de artistas abstractos, inspirándose en cubistas como Piet Mondrian y Victor Servranckx. Además de pintar, Boel y su esposa, Opie Boel, también crearon tapices caracterizados por su naturaleza dinámica y táctil, que muestran un profundo conocimiento del medio. La obra de Boel impresiona por su carácter aristocrático y su efecto decorativo. Posee una sentida sofisticación que rara vez se encuentra en el arte moderno de Flandes. Boel podía contar entre sus admiradores a Fernand Graindorge, uno de los más importantes coleccionistas belgas de arte moderno, y a Théo Lefèvre, antiguo Primer Ministro. La trayectoria artística de Boel incluyó cinco exposiciones individuales en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas.
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